Brenda Xiomari Magaña Díaz
Hace unos días se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. No, no es un día para felicitar a las mujeres. Nosotras también quisiéramos que fuera un día en el que se festejaran y honraran todas las virtudes que tiene una mujer, pero la realidad es que este día surge de la lucha constante por los derechos de las mujeres, por lograr condiciones de igualdad sustantiva, por eliminar la violencia a la que somos sujetas, y se origina, entre otros acontecimientos, ante una injusticia social: el incendio de una fábrica en Nueva York, en la que 123 trabajadoras perdieron la vida.
Recuerdo el primer momento en el que fisiológicamente me di cuenta de que soy mujer. Recuerdo el momento en el que me di cuenta que los niños y yo éramos diferentes porque “yo no podía” pedirle a Santa Claus un autolavado de Hot Wheels. Recuerdo mis primeras inseguridades, que tuvieron origen en las críticas que se le hicieron a mi cuerpo. Recuerdo el primer momento en el que me di cuenta de que estaba siendo víctima de acoso. Recuerdo el primer momento en el que me di cuenta de que era víctima de abuso. Recuerdo todos estos momentos en los que “me di cuenta de que soy mujer”.
Hoy, esos recuerdos me sirven para afirmar que el feminismo sí importa e importa mucho. El feminismo llegó a mí en los 20’s, y desde ese momento me pregunto qué habría pasado en mi vida si este hubiera aparecido a una edad más temprana. Gracias al feminismo hoy puedo ver esos eventos desde un lugar distinto y cómo una mujer distinta. A mí, Brenda, el feminismo me ha salvado.
El feminismo me ha enseñado que debo honrarme y que aunque mi ambiente lo haga más difícil, uno no está peleado con el otro y en la medida en la que honro mi energía femenina me honro como mujer.
El feminismo me ha enseñado que quiero tener la seguridad de salir a la calle sin miedo por el simple hecho de ser mujer.
El feminismo me ha enseñado que anhelo salir a la calle sintiéndome cómoda en mi propia piel, pero también quiero salir a la calle con la certeza de que no me van a acosar.
El feminismo me ha enseñado que quiero que la sociedad entienda que puede haber pájaros de colores en la ciudad y que su belleza no debe ser objeto de posesión y perdida de la libertad. Que quiero vestir mis colores en las calles.
El feminismo me ha enseñado que quiero ir al gimnasio de noche sin necesidad de ponerme un disfraz que me haga pasar desapercibida en lo que llego a mi destino.
El feminismo me ha enseñado que quiero poder salir en las noches sin tener que compartir mi ubicación en tiempo real con mis amigas.
El feminismo me ha enseñado que quiero ocupar espacios para que mi voz sea escuchada y no porque es lo políticamente correcto.
El feminismo me ha enseñado que quiero dejar de negarme a mí misma. Que quiero desarrollarme sin que me moldeen.
El feminismo también me ha enseñado a honrar, reconocer, apoyar, admirar y sobre todo agradecer a otras mujeres. Gracias a todas las morras que marchan en Reforma, ustedes dan el ejemplo a muchas mujeres que no han tomado la decisión de hacerlo.
Gracias a todas las morras que exponen a sus abusadores, ustedes regalan valentía a todas aquellas que no se sienten listas para alzar la voz.
Gracias a todas las morras que se esfuerzan por ocupar espacios, ustedes nos enseñan que no debemos sentirnos mal por resaltar, y el síndrome del impostor is a bitch.
Gracias a todas las morras que eligen sus trincheras. Gracias porque estamos luchando para que el mes de marzo deje de ser irónico y podamos florecer también en el mes de la primavera.
PD. Mis hijas sí tendrán autolavados de Hot Wheels si así lo deciden.