Un gol en la cancha digital | Paréntesis Legal

Daniela Arellano y Paola Pérez Bravo Lanz

 

A medida que las mujeres en la búsqueda de la igualdad conquistamos espacios, la violencia crece, se profundiza y normaliza como el resultado de la resistencia estructural a cedernos el paso.

El terreno digital no ha sido la excepción, pues lejos de ser una herramienta para el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres, se ha convertido en un lugar inhóspito en el que las personas arremeten con toda crueldad, haciendo de sus proyecciones, verdaderas amenazas con el fin de callar las voces de las mujeres y vulnerar su libertad de expresión.

En este ámbito, la discriminación en el fútbol femenil ha sido una constante, tomando como referencia que hace unos cuantos meses se planteó que la violencia digital en el fútbol femenil mexicano constituía una problemática digna de atender de forma prioritaria e, incluso, se puso sobre la mesa el papel que los diferentes clubes y la Liga Mexicana debían adoptar frente a ello.

Lo anterior, porque desde que el fútbol femenil se profesionalizó en el año 2017 a la fecha, han ido creciendo las expresiones que iniciaron como críticas en internet y redes sociales de corte misógino y machista respecto a que este deporte no es para mujeres, hasta amenazas contra las jugadoras que van desde insultos y comentarios ofensivos hasta intimidaciones de agredirlas sexualmente y asesinarlas, lo que de forma muy evidente provoca una afectación desproporcionada.

Y lo que había preocupado mucho a las jugadoras respecto a que esta violencia escrita se trasladara de lo digital a lo tangible, se hizo realidad cuando una de las estrellas del Club América estaba siendo acosada por un individuo en redes sociales.

Durante casi un año, dicho sujeto creó cuentas falsas en redes sociales haciéndose pasar por la jugadora y también hackeó las cuentas oficiales a fin de modificar su información personal para que pareciera que ella tenía una relación con él. Finalmente, un buen día el agresor cruzó la raya digital y la siguió hasta su casa.

La jugadora presentó una denuncia y, a su vez, tomó la decisión de salir del país, su agresor fue identificado y el único castigo que recibió en ese momento, fue un arresto por 36 horas.

No parece una medida suficiente cuando, de la descripción de los hechos y conforme a la Guía de conceptos básicos de violencia de género en línea contra las mujeres y niñas elaborada por la OEA[1], podemos identificar que dicho individuo ejerció al menos dos tipos de violencia relacionada con tecnologías de la información:

  • Suplantación o robo de identidad: cuando creó cuentas falsas con sus datos para hacerse pasar por ella a fin de modificar su información personal y hacer que pareciera que ella tenía una relación con él.
  • Ciberhostigamiento: pues el hecho de que le enviara reiteradamente mensajes o comentara en sus redes sociales, implicó un patrón que se prolongó en el tiempo con el objeto de molestarla y acecharla.

¿Quién se imaginaría que una fuga de talento podría darse ante la inminencia de un daño a la integridad física y psicológica de una mujer por el solo hecho de serlo?

Preocupa que, según datos de la ONU, 9.4 millones de mujeres en México son víctimas de este tipo de violencia[2], esto debe ya ser un tema no solo de seguridad sino de salud pública, pues algunas de las consecuencias que ocasiona este tipo de violencia son el sufrimiento de trastornos como la ansiedad, depresión, estrés, ataques de pánico, impotencia, entre otros.

No podemos ni imaginar lo que ella y las demás jugadoras, sienten al leer todos esos comentarios en redes sobre lo que la imaginación torcida y sin límites de quienes las acosan son capaces de escribir y plasmar en publicaciones de sus propios perfiles.

Ante esta problemática, la Liga Mexicana anunció que desarrollaría un protocolo para atender este tipo de casos y, en consecuencia, respetar y proteger los derechos humanos de las mujeres.

Esperemos que el protocolo tome en consideración algunas de las herramientas que actualmente están incorporadas al marco legal, como la posibilidad de solicitar a las autoridades medidas de protección a fin de salvaguardar la integridad de sus jugadoras y, lo más relevante, que ejerzan la presión necesaria para que esas medidas sean realmente efectivas, pues, en el caso que hemos comentado, un arresto por 36 horas no fue suficiente para que la jugadora se sintiera segura y capaz de continuar con su carrera futbolística en nuestro país.

Por el momento, la jugadora seguirá brillando desde otra cancha pues comunicó que ya había sido contratada por Angel City, equipo estadounidense fundado por la actriz Natalie Portman (quien además es conocida por ser feminista) y la tenista Serena Williams.

Ante esta gran merma, como sociedad, debemos reflexionar y tomar las acciones necesarias para reducir y eliminar eficazmente la violencia digital o de cualquier índole contra las mujeres, pues todas las autoridades, en el ámbito de su competencia, en el marco de un Estado constitucional de Derecho están obligadas a salvaguardar la intimidad, vida privada, el honor y la imagen de cualquier niña, adolescente o mujer.

[1] Consultable en: https://www.oas.org/es/sms/cicte/docs/Guia-conceptos-basicos-La-violencia-de-genero-en-linea-contra-las-mujeres-y-ninas.pdf

[2] Véase: Violencia contra mujeres y niñas en el espacio digital lo que es virtual también es real, https://mexico.unwomen.org/sites/default/files/Field%20Office%20Mexico/Documentos/Publicaciones/2020/Diciembre%202020/FactSheet%20Violencia%20digital.pdf.