Carla Elena Solís Echegoyen
Un fenómeno que poco se aborda y relaciona con la violencia machista, es el desplazamiento forzado interno. Éste ocurre cuando personas o grupos de personas se ven obligadas a escapar o huir de su hogar como consecuencia o para evitar efectos de un conflicto armado, de situaciones de violencia generalizada, de violaciones de los derechos humanos o de catástrofes naturales o provocadas por el ser humano, y que no han cruzado una frontera estatal internacionalmente reconocida[1].
Durante el desarrollo político de nuestro país y la transición al acceso de las mujeres a los cargos populares y de toma de decisiones, este fenómeno, se ha visto ligado con la violencia política de género y poco o nada se ha abordado.
Un abordaje que consideramos colateral que se ha hecho respecto a este fenómeno sin reconocerlo como coaligado, es a partir de la Ley General de Víctimas en su artículo 4 párrafo quinto que señala lo siguiente:
Son víctimas los grupos, comunidades u organizaciones sociales que hubieran sido afectadas en sus derechos, intereses o bienes jurídicos colectivos como resultado de la comisión de un delito o la violación de derechos.
Sin embargo, a la fecha, no ha resonado que se reconozcan víctimas colectivas en asuntos que se relacionan con actos de violencia política contra las mujeres por razón de género, a pesar de que encontramos casos, en los que, con la finalidad de que las candidatas no ganen las elecciones, ejerzan su cargo o tomen protesta, toda una comunidad sufre de actos de violencia, incluso, de intimidación en caso de que manifiesten que apoyan a una candidata.
Tenemos los ya muy emblemáticos casos como el de Felicitas Muñiz Gómez[2], en Mártir de Cuilapan, Guerrero que prácticamente llevó a cabo un gobierno itinerante, pues se trasladaba ella junto con todo su equipo para atender las necesidades del municipio, ya que no se le permitió ingresar a la cabecera municipal para ejercer el cargo.
Este evento fue acompañado por agresiones en el domicilio de la entonces presidenta municipal, de sus familiares y familiares de su equipo de trabajo.
Además, se simuló que estaba muerta, realizando un montaje de un ataúd con su nombre y flores, la campaña iba acompañada de mensajes como “Despierta Pueblo, no te da vergüenza que una vieja te mande como si ya no hubiera hombres” y “Las mujeres al petate.”
Lo que debemos resaltar es que los ataques, no sólo la afectaron a ella ni la buscaban restringir en el ejercicio de sus derechos políticos y electorales, sino de todas aquellas personas que la apoyaran, incluso tomando medidas represivas como cortar el suministro de agua para la población, los saqueos y balacera que provocaron que familiares y colaboradores, además de ella, tuvieran que huir de la cabecera municipal ante los actos de violencia.
De estos hechos, que no son los únicos, podemos observar que la violencia en contra de la mujer no sólo afecta a una mujer sino a todas las mujeres y más allá que la violencia machista es capaz de cercenar a toda una población aferrándose a comportamientos ideáticos que persiguen a sectores completos de la población, este tipo de violencia rompe con todo un sistema comunitario y pasa por encima de los derechos humanos de todas las personas.
El reconocimiento de esta fenómeno resulta trascendental para el despliegue de diversos derechos, como son proporcionar protección, asistencia, y apoyo para la reintegración y el desarrollo de las personas desplazadas internamente, y movilizar la respuesta de los organismos internacionales, cabe señalar que evidentemente, no conviene al Estado que se coloque bajo la lupa desde el ámbito internacional.
Sin embargo ¿Cómo podemos pasar por alto que la violencia machista puede llegar al extremo de desquebrajar una comunidad y expulsar a ciudadanas y ciudadanos simplemente porque se eligió a una mujer para un cargo público? Por supuesto esta reflexión, merece ser observada desde lo internacional y llevarnos a la reflexión hacia el interior de nuestro país.
En un mundo en el que seguimos pensando que la violencia contra la mujer no existe o que ya fue erradicada, estas alertas, nunca deben ser apagadas.
Si votar por mujeres implican que te despojen de tus pertenencias, una excusa para el saqueo de tu comunidad, que te expulsen o persigan en ella ¿quién va a querer volver a votar por una mujer?
[1] Consultable en https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2001/0022.pdf
[2] Consultable como sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación SUP-JDC-1773/2016 en relación con el acuerdo SUP-AG-0093-2016-Acuerdo1