El nuevo poder judicial | Paréntesis Legal
Gibrán Jahaziel Zazueta Hernández

 

 

El uno de junio de dos mil veinticinco

Este día está marcado para llevarse a cabo una jornada electoral inusual, nunca en la historia de este país se había ido a las urnas para elegir jueces, juezas, magistrados y magistradas, así como a ministros de la Suprema Corte.

Aunque todo apunta a que será una elección con baja participación, lo cierto es que marcará el rumbo de una nueva era para la justicia, pues el sistema anterior de elección de personas juzgadoras por concursos de oposición será reemplazado por un sistema de elección popular, con todo lo que ello implica, asumir compromisos, costos políticos, tensiones entre candidatos, presiones de un electorado, etcétera.

En otros espacios lo he dicho, este método no me parece adecuado para juezas, jueces, magistradas y magistrados, en el caso de ministras y ministros lo veo menos incompatible con su función, creo que la Corte dialoga con los otros dos poderes y debe existir coordinación y entendimientos recíprocos, sin subordinación, ni complicidad, más bien como un sano acercamiento, guardando la separación de poderes y, esta frontera, justamente es la independencia judicial.

Esta función no la veo tan marcada en tribunales de rango inferior a la Corte, pues si bien emiten decisiones trascendentes para el orden jurídico, dado el diseño vertical de la función, terminan desembocando en una contradicción de criterios o en un amparo en revisión en la Corte que determina el criterio que debe observarse.

Así, creo que de entrada es un error la elección de personas juzgadoras en tribunales y juzgados, por ello, este texto lo redacto desde la propia experiencia, y lo pretendo enfocar en tres apartados: el poder judicial que se va, el nuevo poder judicial y lo que podemos esperar, no solamente quienes laboramos aquí, sino las personas justiciables, que es a quienes nos debemos como servidores públicos.

El Poder Judicial que se va…

Casi treinta años nos duró el método de selección de personas juzgadoras con base en concursos de oposición y carrera judicial, porque digámoslo, la reforma sí eliminó la carrera judicial, aunque siga existiendo una ley que se llame así, pues la carrera judicial implicaba que, con base en el mérito y la experiencia, se fuera ascendiendo en una escalera imaginaria hasta ser magistrado/a de circuito.

Quienes estábamos en este extinto método de selección de personas juzgadoras lo teníamos muy claro: los años de desvelos, lecturas, proyectos de sentencia, jurisprudencia, libros, clases y demás, se tendrían que ver reflejados el día del examen, pues solamente unos cuantos de miles resultaban elegidos.

Lo anterior se traducía en una competencia propia por ser mejor, por elaborar mejores proyectos de sentencia, por incrementar las habilidades argumentativas y el conocimiento en todas las materias, dado que el examen no discrimina, pueden ser preguntas sobre cualquier otra materia del derecho, era algo muy estricto.

Este método no nos alcanzó para darle la vuelta a todas las personas juzgadoras, existen todavía algunas personas en funciones que no resultaron seleccionadas por concurso de oposición, sino por acuerdo de la Suprema Corte, algo que se buscó reinventar con la carrera judicial. Esto no quiere decir que estas personas no fueran idóneas para el puesto, solamente que el método era algo subjetivo, no con parámetros objetivos como los exámenes de un concurso de oposición.

Se llegaron a celebrar 63 concursos de oposición para designar jueces y juezas de distrito y 50 para magistraturas de mil novecientos noventa y seis a dos mil veinticuatro, actualmente, de 904 personas magistradas de circuito, solamente 35 fueron designadas por propuesta de ministras y ministros de la SCJN y el resto por concurso de oposición, y el promedio de antigüedad en el Poder Judicial es superior a los 26 años y hasta los 51 años de experiencia en la función, mientras que en el caso de jueces y juezas cinco personas actualmente siguen por designación de la SCJN, y 769 por concurso de oposición, con una antigüedad promedio de 20 a 25 años de experiencia en el PJF. [1]

Este es en números el Poder Judicial que se va

Personas que dedicaron hasta 51 años de su vida a trabajar en el Poder Judicial de la Federación, que se sometieron a rigurosos exámenes y evaluaciones de conocimientos y habilidades para la función jurisdiccional. En pocas palabras, personas que hicieron del Poder Judicial un proyecto entero de vida.

No quiere decir que todo fuera perfecto, una crítica es y ha sido, precisamente, la falta de autocrítica. La institución tenía sus fantasmas y reminiscencias a prácticas que no habían sido del todo desterradas. Es cierto el alto número de familiares en la institución, aunque no creo que en todos los casos se trate de nepotismo, existen personas sumamente valiosas y que están ahí por mérito y no por un apellido, pero también es cierto que existen muchas otras personas que solamente están por alguna casualidad, un parentesco o amistad.

También es cierto que en algunos casos se perpetraron actos de acoso laboral, y en mucho menor medida sexual, así como de corrupción, si bien no era la regla, ni siquiera podría decir que un alto porcentaje, no eran casos aislados.

Considero que el Poder Judicial tenía pocos años transitando a una nueva visión, a combatir resabios negativos como el nepotismo, la falta de inclusión de personas externas y de oportunidades para las mujeres, pero como todo, requería de un proceso de práctica, supervisión y evaluación, el cual sí se venía haciendo, me parece que se estaba transitando en un camino correcto, aunque faltaba por hacer.

Aun con lo que faltaba, en términos generales, el Poder Judicial que se va fue una institución basada en el mérito, en el estudio y profesionalización constante, que en muchas ocasiones era la última oportunidad de obtener justicia para las personas; por experiencia, puedo decir que la gran mayoría de personas que laboran en la institución son gente comprometida, con vocación por la función y que tienen metas claras de vida: el servicio público, el estudio y la justicia.

Sin embargo, desde septiembre es probable que las cosas cambien, viene el Nuevo Poder Judicial…

El Nuevo Poder Judicial, el que llega…

Desde septiembre se transformarán los órganos jurisdiccionales, llegarán nuevas personas titulares y, en algunos casos, se mantendrán las que estaban, solamente que ahora el puesto se deberá a una elección, no a un concurso de oposición.

Respeto a las personas juzgadoras que decidieron ir a la elección, más porque ya estaban en el puesto por haber demostrado tener la capacidad, y por haber entregado gran parte de su vida a la función, son personas que conocen el sistema, los procesos y lo que implica juzgar un asunto.

Me preocupa quienes sin experiencia lleguen a los cargos de jueces, juezas, magistradas y magistrados, más que nada, pues a diferencia de lo que podría suceder en la SCJN, en los juzgados y tribunales las cosas son muy diferentes, caóticas y urgentes, ahí la experiencia es lo que hace la diferencia.

Alguna vez escuché: “lo más fácil de ser Juez son las sentencias, lo difícil es todo lo demás”.

Creo que quienes hemos estado en esto sabemos exactamente a que se refiere esa frase, ser juzgador implica muchas habilidades transversales, sobra decir que es necesaria la capacidad, experiencia, criterio, liderazgo, entre otras; un juzgado es mucho más que dictar sentencias, incluso más que llevar el trámite, realizar las notificaciones y atender al público, la organización, los procesos internos, hasta el sistema que se utiliza, la velocidad para revisar un cúmulo enorme de juicios cada día, todas esas son habilidades que la práctica otorga.

Desde la contratación del personal, la cantidad de insumos de papelería o para la limpieza del juzgado, organizar los periodos de vacaciones, las guardias, licencias e incapacidades del personal, rendir la estadística mensual, prepararse para recibir las visitas de inspección, saber coordinar a decenas de personas con sus propias personalidades y que el trabajo fluya, más todas las vicisitudes del día a día.

Por eso, me preocupan fundamentalmente dos tipos de perfiles:

Quienes lleguen sin experiencia en juzgados y tribunales y,

Quienes, sin haber tenido la intención, o sin haber demostrado ni de cerca la capacidad, vieron la elección como una oportunidad de ser titular.

En el primer grupo podría ubicar a abogados que se han dedicado a otro tipo de labores, servicio público en otras ramas, litigio, academia, o incluso funciones ajenas al derecho, pero que, por la flexibilidad para resultar seleccionado como candidato, ahora pueden aspirar a ser titular de un Juzgado.

Con esto no quiero decir que no haya personas que tengan el conocimiento jurídico y la experiencia profesional, pero insisto, ser juez o jueza implica muchas otras habilidades que solamente se adquieren con la práctica al interior.

En el segundo grupo ubico a funcionarios actuales del PJF que sin tener la práctica de proyectar una sentencia, ni haber acreditado los cursos respectivos, aspiran ahora a cargos tan altos como Magistraturas de Circuito, y si bien también dentro de los funcionarios del PJF existen excelentes perfiles que tienen la capacidad para desempeñar el cargo, incluso que han sido secretarios en funciones, también un buen número son candidatos de dudosa o no probada experiencia en la elaboración de proyectos de sentencia y conocimiento jurídico. Estos últimos me preocupan.

Un secretario me comentó:

“¿Cómo vamos a ver a un Juez a quien le vamos a tener que enseñar?”

“¿Con qué legitimidad nos va a ordenar alguien que es titular por saber bailar?”

Preguntas de este tipo cruzan todos los días por la cabeza de cientos o miles de mis compañeros, es preocupante ver en ciertos lugares que los candidatos que más se perfilan para jueces o magistrados son personas que, con trabajo, han proyectado alguna queja de formato o ni eso, no se espere una sentencia de fondo.

Así que, por lo que ve a la cotidianidad, a la justicia más próxima a la sociedad, desde una multa de tránsito, la clausura de un negocio, el pago de una pensión alimenticia o de vejez, la protección de una parcela o de una casa, la atención médica o el suministro de servicios básicos de calidad, entre otras cosas que afectan a la ciudadanía en su día a día, se vislumbra un panorama complejo.

Titulares en funciones que en el mejor caso conservan el puesto, abogadas y abogados sin experiencia en el Poder Judicial, ni en algún otro órgano jurisdiccional, personas con nexos políticos o compromisos con poderes fácticos o económicos, personas que laboran en el PJF, pero que ni de cerca demostraron la capacidad para ser secretarios, menos para ser jueces o magistrados, y en el mejor caso, alguno que otro excelente perfil que se cuele.

Este es el Nuevo Poder Judicial que llega

Entiendo la preocupación, la Reforma Judicial se complicó al incluir a todos los jueces y magistrados, pues perdió de vista que la labor en un juzgado implica toda la dedicación, la experiencia y la vocación, es una labor diaria y demandante, con un alto margen de error, de presión y de carga laboral, entre otras.

¿Qué se puede esperar del Nuevo Poder Judicial?

De pronostico reservado, pero puedo prever algunas complicaciones naturales a la función, la primera de ellas y que me he preguntado desde hace meses, si las elecciones de jueces y magistrados serán cada nueve años:

¿Cómo se cubrirán aquellos casos de licencias, inhabilitaciones, jubilaciones anticipadas, fallecimientos, renuncias o análogos?

Actualmente esto no tiene mayor problema, se nombra a un secretario en funciones hasta en tanto se designa a un nuevo juez o magistrado, y si el número de plazas vacantes es considerable, se convoca a un nuevo concurso de oposición para designar a quienes serán las próximas personas juzgadoras. Esto puede hacerse hasta varias veces al año, no cada nueve años.

La función es impredecible, dinámica y sujeta a muchas eventualidades que dan por concluido el encargo de un juez o magistrado, y tal vez se diga, se selecciona al segundo en votos, bueno de entrada veo complicado que las personas que no ganaron la elección queden en “la banca”, esperando el llamado para ser titular, esto no es viable, aunado a que en muchos lugares apenas se ajustaron el número mínimo de candidatos o ni eso.

Ese tema lo veo complicado, y si se habilita la posibilidad también de que en este Nuevo Poder Judicial haya secretarios en funciones, ¿sus fallos tendrán la misma legitimidad democrática proveniente de las urnas que los de jueces electos?

Otra complicación no prevista es que muchas personas que resulten electas, se van a dar cuenta que la función judicial no era lo que parecía, no era lo que pintaba, y eso eventualmente sumará un número considerable de renuncias; este escenario más que hipotético lo veo inminente en aquellos casos en lo que la persona nunca haya laborado en un órgano, pues si con las personas que tienen experiencia, las cargas laborales hacen en muchas ocasiones que la función sea “caótica”, no me imagino como lo será para alguien que no esté acostumbrado a ese ritmo.

Y, por último, lo más evidente, y no es mal augurio, sino una realidad, lo que creo que podemos esperar como justiciables, lamentablemente, es una pérdida de la calidad en la justicia, los años que se avanzaron en profesionalizar al Poder Judicial de la Federación están en riesgo, y creo que no será inmediato, pero se demostrará con el paso de los meses, en el mejor caso años, pero llegará.

Así que, desde la visión de una persona que todos los días suma estas preocupaciones a su rutina, creo que lo que podemos esperar, lamentablemente, es la decadencia de un Poder de la Unión que si bien lejos de ser perfecto, era el Poder que privilegiaba más el mérito, que exigía la mayor preparación a sus integrantes y que privilegiaba la función como una forma de vida.

Hoy me temo que muchos perfiles ajenos a esta cosmovisión de la Judicatura coopten a la institución y, eventualmente, se transforme en una oficina más de gobierno, burocrática y poco profesional.

Espero equivocarme y como mencioné, dejo afuera la elección de ministros, pues tiene otra lógica más política e ideológica, además de que la enorme mayoría de los casos no se resuelven en la Corte, se resuelven en los tribunales y juzgados, esa es la justicia cotidiana, la justicia que llega a más personas y que requiere de las personas que tengan la vocación de vida para prestar este servicio.

No fue buena idea cambiar concursos de oposición por concursos de popularidad, ni proyectos de sentencias, por tik toks, como sociedad no debimos permitir que a los jueces los convirtieran en políticos, ni a nuestro Poder Judicial en un casting de “influencers” inventados. Espero que el boleto para ver este espectáculo no sea tan caro que hasta nuestros nietos lo tengan que pagar.

[1]De la Torre Delgado Ada. ¿Quiénes son las y los titulares del Poder Judicial de la Federación? (2025). Escuela Federal de Formación Judicial. Ciudad de México.