Cuba y los aplausos que desconocen prioridades | Paréntesis Legal

 

Lic. Diana Gamboa Aguirre.

El pasado 15 de julio tuve oportunidad de ver un programa de opinión en el cual se formularon distintas observaciones y comentarios relativos a la situación que enfrenta Cuba.[1] En ese contexto, mas allá de las valiosas aportaciones de cada uno de los participantes, en estas líneas me detendré en lo que se llegó a calificar como “avances” o “eficiencias” de la dictadura cubana. Esto, con el fin de preguntarnos si es adecuado conceder cierto grado de reconocimiento a un régimen represivo y empobrecedor como el cubano.

En consonancia con otras voces públicas, se hicieron referencias favorables a la agenda LGTB o los “derechos de la diversidad sexual”, así como a la posibilidad de defender o discutir abiertamente la agenda del medio ambiente. En esa misma línea, otros personajes afines a la dictadura cubana, han referido como positivo el “derecho” al aborto libre en Cuba y otros “triunfos” colectivos más.[2]

Frente a tales situaciones, que algunos consideran dignas de reconocimiento, parece que la pregunta de fondo es ¿podemos aplaudir aspectos de un régimen totalitario? A mi me parece que no, pues implica desconocer que existen prioridades.

Dice una frase que se atribuye a Salvador Díaz Mirón: “Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo indispensable”. Suena duro, un tanto radical… pero también en cierto sentido suena acertado y parece una invitación a aproximarnos lo más posible a ese escenario ideal. En ese contexto, es necesario cuestionarnos:

¿De qué sirve que todos los cubanos puedan contraer matrimonio civil si no tienen para comer? o ¿qué interés tiene para ellos poder discutir sobre temas de medio ambiente si están muriendo por COVID-19 en sus casas por falta de asistencia sanitaria? ¿Cómo “festejar” el “derecho” a impedirle nacer a sus hijos cuando, incluso si se les permite nacer, parece imposible darles una vida digna?[3] ¿Qué utilidad tiene una nación “antiimperialista” incapaz de brindar los mínimos indispensables a su población? ¿Cómo aplaudir el poder de un movimiento “revolucionario” que niega al individuo disidente cualquier ápice de libertad de expresión y opinión siempre que no le complazca?

La respuesta es clara… para los cubanos en lo general y para cualquier sociedad que se encuentre en un contexto similar, todo eso sirve muy poco mientras de manera paralela los individuos estén impedidos para ejercer ciertas prerrogativas básicas, por ejemplo:

  • Desarrollarse libremente (libertad personal/libre desarrollo de la personalidad).
  • Adquirir, usar, disfrutar y disponer de sus propios bienes (propiedad).
  • Ser tratados frente a la ley de la misma manera que otros individuos, con independencia de sus condiciones identitarias específicas, incluyendo sus preferencias políticas (igualdad).
  • Expresar sus ideas de manera pacífica y respetuosa sin ser sujetos a intervenciones e injerencias arbitrarias (libertad de expresión y opinión).
  • Contar con órganos jurisdiccionales independientes y legítimos, que resuelvan pacíficamente y conforme a derecho sus controversias interpersonales, así como aquellas que se presenten con las autoridades (acceso a la jurisdicción y tutela judicial efectiva).
  • Ser informados previamente, de manera escrita y mediante un documento firmado por una autoridad competente, cuando se pretenda vulnerar su esfera de derechos. Y tener la posibilidad de ofrecer pruebas y defenderse en un procedimiento reglado que deba resolverse conforme a normas justas antes de que se le prive de un derecho o se le cause alguna molestia (legalidad, seguridad jurídica y debido proceso).

Todo eso y otros “mínimos” adicionales se resumen en algo que hoy se escucha en exceso, pero cuyo contenido parece ininteligible: los Derechos Humanos. Esa fue alguna vez su esencia y sentido, garantizar a todo miembro de la familia humana un cúmulo de mínimos indispensables sin los cuales es imposible vivir dignamente.

Así, resulta irrelevante el hecho de que Cuba tenga un documento formal llamado Constitución que dispone el reconocimiento de determinados derechos, si estos no se hacen efectivos en la práctica y en la vida de los cubanos, pues ello no sería más que una “hoja de papel” en los términos que refirió desde hace tiempo Ferdinand LaSalle.[4]

Lo anterior, incluso si el régimen cubano incorpora al “Derecho” determinadas exigencias particulares de colectivos específicos, pues carecen de mayor relevancia en términos reales cuando la dictadura actúa en franca contravención con el deber de garantizar los Derechos Humanos básicos de todos, incluyendo desde luego a los miembros de dichos colectivos.

Bajo tal contexto, suena ilusorio cualquier pretendido triunfo que en apariencia fuere digno de aplauso o reconocimiento por parte de la dictadura, cuando la realidad nos muestra que hoy los cubanos son despojados de su dignidad constantemente, tal y como lo describió la poeta y novelista cubana Wendy Guerra:[5]

El hambre se tragó el miedo y la gente decidió jugarse la vida porque la otra opción es morir en silencio. La hambruna recorre el país y nuestra hambre no es la misma de México, Guatemala o Brasil, donde alguien pide limosnas en la puerta de un supermercado y un buen samaritano le ofrece una tortilla, un bolillo o una galleta dulce. Los mercados en Cuba están completamente desabastecidos, no hay aspirinas, no hay antibióticos ni sueros, y aunque las cifras oficiales digan lo contrario, cada día mueren más pacientes de coronavirus abandonados en sus casas o tirados en el suelo de los hospitales, en condiciones infrahumanas. La cruda realidad que la oficialidad cubana trata de ocultar y la prensa independiente exhibe por vías extraoficiales no parecen imágenes de un país occidental.

Sugiero que no nos permitamos aplaudirle a la dictadura y que aprendamos de la experiencia cubana. No debemos tomar por bueno ni aplaudir el “atole con el dedo” narrativo que nos vende progreso y avance en exigencias colectivas específicas, cuando el poder no garantiza para la mayoría de la población los mínimos indispensables.

Por ejemplo, hoy desde el poder en México nos restriegan publicamente a modo de festejo que se “legaliza” el aborto “seguro y gratuito” en distintas entidades, cumpliendo la exigencia de colectivos específicos… pero nada nos dicen sobre temas de fundamental relevancia, por ejemplo: sobre cómo se solucionará el problema de los niños con cáncer y demás personas que sufren el desabasto de medicamentos; ni tampoco sobre qué se hará ante el aumento de las personas en situación de pobreza;[6] tampoco sobre cómo se tratará a las 20 millones de personas que ya no cuentan con Seguro Popular y que tampoco están registrados en el INSABI;[7] ni sobre muchos otros temas importantes para todos en nuestro país.

Hay prioridades. Y en un sistema político que se jacta de ser una Democracia Constitucional, hemos identificado por lo menos dos pilares fundamentales sin los cuales difícilmente se puede desarrollar plenamente una sociedad plural: los Derechos Humanos y la división de poderes.[8] Así, podríamos reformular con fines didácticos la frase transcrita lineas arriba, a la luz de un legítimo anhelo democrático en los términos siguientes: Ningún pueblo tiene derecho a satisfacer exigencias colectivas selectas, si desde el Gobierno se desconocen y vulneran los Derechos Humanos.

  1. En dicho programa participaron: en la conducción, Ana Francisca Vega y, como analistas de opinión, Mario Arriagada, Pablo Majluf y Juan Jesús Garza Onofre. (Agregar video en nota). V. https://www.youtube.com/watch?v=dLKPosTpZA4&t=1372s
  2. V. https://twitter.com/estefaniaveloz/status/1414639148791705603?lang=es
  3. Las comillas en “derecho” se deben a que a juicio de la suscrita es inadecuado calificar al aborto voluntario como un derecho, como lo he desarrollado en diversos textos.
  4. Lasalle, Ferdinand. ¿Qué es una constitución? Elaleph. 1999
  5. V. https://www.letraslibres.com/mexico/politica/cuba-cruda
  6. V. https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/2021/08/05/crece-la-pobreza-en-mexico-con-la-4t-segun-cifras-de-coneval/
  7. V. https://www.razon.com.mx/mexico/insabi-20-millones-quedaron-acceso-salud-446491
  8. Artículo 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.