El negocio del aborto[1]
Mtra. Diana Gamboa Aguirre
Para entender por qué existe duda o pretendida incertidumbre sobre la humanidad del concebido en gestación y su inherente dignidad, es necesario tener presente un dato: el aborto representa un negocio sumamente lucrativo.
La principal organización beneficiaria de esta práctica es la International Planned Parenthood Federation (IPPF). Entre otras prácticas, la IPPF ha emprendido una estrategia de comunicación que ha saturado el diálogo público de eufemismos y slogans que distorsionan la conversación sobre el aborto, incluyendo aquellas ideas erróneas que perpetúan y agudizan la deshumanización del no nacido.
En líneas siguientes desarrollaré brevemente el origen de la IPPF, con énfasis concreto en la cuestionable perspectiva -esencialmente eugenésica- de su fundadora y en la inyección económica millonaria que ha hecho en el activismo abortista latinoamericano. Posteriormente, nos enfocaremos en la deshumanización del concebido desde la distorsión intencional del lenguaje, fomentada por la IPPF y otras organizaciones que se benefician del negocio del aborto. Finalmente, propongo algunas ideas para invitar a todo amable lector a la reflexión sobre este tema fundamental.
1.La IPPF: historia y financiamiento
a.i. Objetivo fundacional: el control de la natalidad
La IPPF es una organización fundada en 1952 por Margaret Sanger, una enfermera estadounidense que en 1921 creó la Liga Americana para el Control de la Natalidad. Ella partía de la premisa de que la maternidad era esclavitud e incluso llegó a afirmar que: “El acto más piadoso que puede hacer una familia numerosa por uno de sus hijos más pequeños, es matarlo”.[2]
Además, Sanger consideraba que el Estado debía regular quiénes podían tener hijos mediante permisos de procreación; aunque esta no fue la peor de sus ideas, pues su intención al crear la Liga era la limpieza racial para eliminar enfermedades transmisibles, defectos mentales, pobreza, ilegalidad y delincuencia. Incluso, la fundadora de la IPPF llegó a escribir lo siguiente en la Revista Control de la Natalidad: “Más nacimientos entre las personas aptas y menos entre las no aptas, ese es el objetivo principal del control de la natalidad”. La propia IPPF se ha visto obligada a reconocer que su fundadora daba charlas sobre estos temas a grupos del Ku Klux Klan.[3]
Así, lo que comenzó siendo la Liga, se transformó en 1942 en Planned Parenthood Federation of America y diez años más tarde, junto a otras organizaciones del estilo, conformó la IPPF.
a.ii. Inversión millonaria: aborto en Latinoamérica
Un fenómeno que se ha observado en los países que despenalizan el aborto, es que el sistema sanitario público no soporta el aumento en la práctica y los Estados admiten que el aborto se practique en clínicas privadas, donde entra la IPPF para prestar el servicio. Esto, ya sea por sí misma como una clínica de Planned Parenthood o mediante otras sociedades que prestan el servicio, como por ejemplo, Mexfam en México.
Ahora bien, desde hace algunos años, en su intención de expandir el negocio del aborto, la IPPF comenzó a invertir millonarias sumas de dinero en Latinoamérica. Todo esto, bajo distintos nombres y organizaciones, pero con un lineamiento financiero claro y con una perspectiva de negocio que incluye entre sus finalidades el fomentar la visión del aborto como un presunto derecho.
Por ejemplo, de la revisión de sus reportes financieros disponibles, al menos de 2008 a 2016, en México se inyectaron 18.8 millones de dólares en distintas organizaciones que favorecen la idea del aborto como supuesto derecho. Entre otras organizaciones beneficiarias del negocio del aborto, podemos identificar a: Mexfam (Fundación Mexicana para la Planeación Familiar), las presuntas “Católicas” por el Derecho a Decidir, GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida) y otras más.
Para quien guste profundizar en esta información, recomiendo dos libros de investigación sobre el tema: “Hermana date cuenta: no es revolución, es negocio”, de Guadalupe Batallán, Editorial Buena Data, Argentina 2020; así como “Acá no se rinde nadie”, de la misma autora y editorial, año 2021. En ambos textos, Batallán hizo una investigación profunda respecto del financiamiento que la IPPF ha llevado a cabo en Perú, México, Bolivia, Guatemala, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.
2. La deshumanización del concebido
Durante los debates sobre el aborto en Latinoamérica por regla general escuchamos los mismos eufemismos: “Interrupción legal del embarazo” en lugar de “aborto” o “producto” o “bola de células” en lugar de “bebé” o “concebido” y muchos otros.
Para ello, entre otras organizaciones, la IPPF ha preparado una serie de documentos con el fin de influir en el debate público sobre el tema. Entre dichos textos, podemos destacar, por ejemplo una guía dirigida a las Asociaciones Miembro de la IPPF, así como para toda: “…persona u organización involucrada en la creación y diseminación de mensajes sobre el aborto”,[4] como comunicadores, periodistas y activistas. Este documento se titula: “¿Cómo hablar de aborto?: guía para el desarrollo de los mensajes basados en derechos”.[5]
Como se observa, dicho documento parte de una premisa problemática para efectos de países como México, donde el aborto no tiene calidad de derecho, aunque así lo haya afirmado la Suprema Corte mediante un problemático ejercicio de activismo judicial.[6]
Dentro de la guía para hablar del aborto, se hace patente la deshumanización del concebido mediante el lenguaje, a pesar de su demostrable individualidad y pertenencia a la especie humana. Así, se sugiere, por ejemplo, “evitar” la expresión Abortar a un niño; para “preferir” Poner fin a un embarazo. Igualmente proponen abstenerse de referir al concebido como bebé, feto muerto o niño no nacido, para utilizar de preferencia embrión o feto.
No sobra precisar que cigoto, embrión, feto, neonato, infante, adolescente, adulto y anciano, son todas distintas etapas de desarrollo de un mismo individuo humano.
Ahora bien, la distorsión del lenguaje sobre el aborto ha sido impulsada desde distintos frentes. Por ejemplo, en la misma línea de deshumanización del concebido se ha expresado GIRE que, como ya se ha expuesto, ha sido una de las principales organizaciones beneficiarias del negocio del aborto. Dicha asociación se ha referido al concebido, por ejemplo, como un “óvulo fecundado” o ha evitado expresarse sobre dicho sujeto en términos personales, para referirse de modo abstracto a la “vida prenatal”.[7]
Como se observa, la tendencia comunicativa del negocio del aborto procura deshumanizar, en la medida de lo posible, al concebido en gestación y referirse al embarazo en términos abstractos, desconociendo un hecho fundamental y demostrable: la calidad de individuo humano único del concebido.
Negar la humanidad del niño por nacer es la precondición para afirmar que el aborto es un presunto derecho. Sin embargo, la individualidad y pertenencia a la especie humana del concebido en gestación es demostrable desde la biología celular, la genética y la embriología.
3. Para la reflexión: el pretendido “derecho” al aborto
La idea de este texto es que el lector sea capaz de identificar que la serie de slogans y eufemismos que suelen rodear la discusión del aborto no son un producto espontáneo de la comunicación humana. Por el contrario, tal distorsión del lenguaje ha sido ideada y sembrada en el diálogo público desde una visión de negocio.[8]
En esa medida, surgen diversas interrogantes: ¿qué legitimidad tiene un activismo pagado con la intención de perpetuar un negocio? ¿por qué la usual negativa al diálogo abierto e informado sobre el aborto?[9] ¿por qué el incomprensible activismo judicial sobre este tema? ¿por qué validar un discurso que deshumaniza al miembro más frágil de nuestra especie? ¿cómo legitimar desde el Derecho la negación de dignidad del individuo humano en gestación?
No sobra recordar, una vez más, que desde la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, como humanidad reconocimos que: “…la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. No de todos los miembros nacidos; tampoco de todos los miembros de determinado color de piel; ni de todos los miembros de cierta religión, sino todos los miembros de la familia humana. Ahí está la base del principio de universalidad de los Derechos Humanos.
Entonces, la pregunta constitucional de fondo es: ¿Vamos a resquebrajar el fundamento último de los Derechos Humanos? Esto es, la dignidad en su sentido ontológico. El valor adherido al “ser” por el simple hecho de pertenecer a la especie.
Así, el dilema ético del aborto va mucho más allá de su situación regulatoria. Desde mi experiencia cercana al tema, coincido con quienes afirman que la privación de la libertad no es la política pública idónea frente a la madre que se ubica en una situación de aborto. Sin embargo, a mi juicio esa no es la pregunta más relevante sobre este tema, sino que la pregunta fundamental es:
Yo, como mujer ¿tengo derecho a impedir que mis hijos nazcan?
Si la dignidad es inherente a todos los miembros de la familia humana, como lo afirmaron las Naciones Unidas en la Declaración Universal de 1948, la respuesta parece clara.
[1] La basta investigación sobre el negocio del aborto puede consultarse en: Batallán, Guadalupe. Acá no se rinde nadie. Buena Data. Argentina. 2021 y Batallan, Guadalupe. Hermana date cuenta: no es revolución, es negocio. Buena Data. Argentina. 2020
[2] Sanger, Margaret. Woman and the New Race. Truth Publishing Company. New York. 1920. Texto original: “The most merciful thing that the large family does to one of its infant members is to kill it”. (traducción propia).
[3] Planned Parenthood Federation of America. Opposition claims about Margaret Sanger. 2021. Localizable en: https://www.plannedparenthood.org/uploads/filer_public/cc/2e/cc2e84f2-126f-41a5-a24b-43e093c47b2c/210414-sanger-opposition-claims-p01.pdf (10 agosto 2022)
[4] V. Página 2 de la Guía.
[5] Publicada en septiembre de 2015, fue elaborada por Judy Gold, Laura Hurley, Hadassah Wachsmann y Rebecca Wilkins de la Oficina Central de la IPPF, en Londres, como parte de un proyecto para el abordaje del estigma relacionado con el aborto. Planned Parenthood Federation of America. Cfr. ¿Cómo hablar de aborto?: guía para el desarrollo de los mensajes basados en derechos. 2015
[6] Tuve oportunidad de profundizar sobre el problemático activismo judicial de la Suprema Corte mexicana en materia de aborto en: Reflexiones sobre las determinaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en materia de aborto de septiembre de 2021. Revista Jurídica Justicia y Libertad de la Escuela Judicial del Poder Judicial del Estado de Morelos. Nº2 México. 2021. pp.2-18
[7] GIRE. Derechos humanos de las mujeres y protección de la vida prenatal en México. 2012. p. 65
[8] Para evidenciar lo lucrativo del negocio del aborto, basta referirnos a los estados financieros para 2020 de la IPPF, donde reportó un total de activos por ciento un millones cuatrocientos noventa mil setecientos ochenta y cinco dólares ($101,490,785) únicamente en la región del hemisferio occidental. Cfr. International Planned Parenthood Federation Western Hemisphere Region, Inc. Financial Statements, Year Ended December 31, 2020. Localizable en https://www.ippfwhr.org/wp-content/uploads/2021/04/IPPF-WHR-Inc-2020-fst-1231-EV-Final.pdf (6 junio 2023)
[9] V. https://parentesislegal.com/y-entonces-los-derechos-se-consultan/