Emili como la mayoría de las niñas de un extracto social medio, tuvo dentro de sus primeros juguetes la muñeca Barbie empacada en una caja rosa con vitrina de plástico transparente, recuerdo que entre sus elecciones tuvo a Barbie con su vestido de estrellas y una hermosa sombrilla que brillaban en la obscuridad, Barbie astronauta, Barbie gimnasta y un variado número de Barbies de distintos diseños de moda; incluso ya siendo adulta en 2010, adquirió parte de la colección de Barbies basic black label[1] y en el año de 2020 recibió de regalo a Barbie Jueza, quien se convertiría en ese sueño que deseaba alcanzar.
Una de las formas a través de las cuales se insertan los estereotipos de género, esto es las asignaciones definidas por la sociedad, respecto a los roles que “corresponden” a cada sexo, es a través de los juguetes.
En la segunda infancia que dista de los seis a los once años de edad[2], se genera un aprendizaje por observación y los juguetes son la réplica de una vida adulta, de los roles que desarrollarán al crecer.
“Las personas, durante la infancia reciben la aprobación social cuando realizan actividades propias de su sexo y se les corrige en sus preferencias cuando éstas no coinciden con los estereotipos tradicionales.”[3]
Como vemos, la importancia de los estereotipos de género en los juguetes no es mínima, pues es parte de la formación de una vida adulta, de las creencias y costumbres implantadas en las dinámicas de juego.
Así, como muchas adultas que transitaron por una infancia con Barbie como muñeca de cabecera, Emili acudió al cine a ver Barbie la película, más que impulsada por una relación fraternal con la muñeca clásica con la cual jugó en la infancia, nos confiesa que lo hizo por los comentarios que escuchó en torno a la cinta.
La disposición reservada de Emili por ver la película se centró en el hecho de que en la actualidad y bajo una mirada feminista, considera que Barbie no se aleja del estereotipo de belleza que impone normas estrictas e inalcanzables para muchas mujeres, a decir de Emili “Barbie no ha roto la caja rosada ni la vitrina de cristal”.
La cinta comienza destacando que las muñecas para jugar, siempre han sido bebés, lo cual conduce a las niñas a entrenarse para la maternidad asignada bajo un estereotipo de género.
No es hasta 1959 en que Mattell lanza su primera muñeca en forma de mujer adulta, Barbie enfundada en un traje de baño blanco con negro, lentes de sol y sandalias de tacón, la muñeca blanca, rubia, de cintura muy pequeña y busto notable, entra al mundo de los juguetes en una caja rosa tipo vitrina que permite observar el producto adquirido.
En una escala real la muñeca Barbie tendría 1.82 metros de altura, un peso de 49 kilos, 96 cm de contorno de busto, 45 cm de cintura y 83 cm de cadera[4], además de ser de piel blanca y cabellera rubia.
La exigencia que impone la muñeca Barbie a una niña es totalmente fuera de contexto, el prototipo de belleza que simboliza Barbie es inalcanzable, con mayor énfasis en los lugares donde las mujeres no son blancas y altas -caucásicas-.
Si bien, en la primera escena de la cinta, se ve a las niñas rompiendo los juguetes tradicionales como son muñecos bebés, juegos de té, cunitas, biberones, entre otros, para observar con asombro la imponente muñeca Barbie.
Es cierto que la película nos instruye -en el preámbulo- que Barbie es independiente, tiene su propio dinero, su propia casa, su propio auto y que Barbie puede ser lo que quiera ser.
Pero no se puede dejar a un lado que por muchos años la empresa creadora de la muñeca ha mantenido el cliché de belleza sobre el mismo estándar (blanca en su mayoría de muñecas, alta, de figura esbelta), aun reconociendo sus esfuerzos por considerar Barbies con profesiones que rompen los estereotipos de aquellas asignadas para hombres, tales como: Presidenta, Astronauta, Jueza, Médica, Ingeniera, Pilota, Empresaria, Policía, Bombera, Periodista, Científica[5], entre otras, lo cierto es que en todas ellas, Mattel mantuvo las medidas como estándar de belleza y únicamente modifica su atuendo y en contadas ocasiones su color de piel y cabello.
Regresando a la película, uno de los primeros pensamientos que pasa por la mente de Emili es “si Barbie no sale de puntillas no es Barbie” y efectivamente una de las primeras escenas de la cinta nos muestra a la muñeca levantándose siempre sonriente, peinada, maquillada, perfecta en su forma física sin perder su micro cintura, con pantuflas de tacón rosado y además, al quitarlas mantiene sus pies en puntillas, siempre lista para “los tacones”.
Ella se levanta, se baña, se peina y desayuna, con una sonrisa perfecta, mientras suena de fondo una canción que entre otras frases encontramos “… bella de cabeza a pies …”
El estereotipo de belleza
Una de las exigencias sociales impuestas para la mujer es mantener su peso y su belleza física[6]; en efecto, vivimos en un mundo donde a la mujer no se le permite subir de peso, perder la textura lisa de su piel y mucho menos envejecer.
Es común que encontremos una distinción entre los estándares que se pide a un hombre y una mujer respecto a su físico, si la mujer sube de peso es “una descuidada” y corre el riesgo de ser “dejada por otra”, si baja de peso es probable que esté “anoréxica”, “bulímica” y ni pensar en dejar cabida a los signos de envejecimiento naturales de la edad, porque la mujer se ve “acabada” frente a los mismos supuestos, un varón puede subir o bajar de peso sin ninguna estigmatización social y menos aún sentir que por esa razón su matrimonio o relación afectiva está en riesgo y envejecer, lejos de imponer una sanción por ello, lo hace parecer “más interesante”.
El recordatorio sobre esta exigencia estética lo tenemos día a día en los spots publicitarios donde vemos a hermosas mujeres de cuerpos delgados, desnudos, de piel perfecta, promocionando todo tipo de objetos; también lo encontramos en las revistas donde las mismas imágenes de mujeres con proporciones “ideales”, sin arrugas, celulitis o estrías, nos muestran un sin número de productos comerciales.
El bombardeo de la belleza como prototipo de género no se queda ahí, también lo vemos en un sin número de productos “para ser bella”, desde cremas, maquillajes, fajas, perfumes, ropa, accesorios, productos para mantenerte delgada, pestañas, uñas, extensiones de cabello, todo lo necesario para una juventud perpetua y una apariencia sensual que se exige a la mujer, parecer una modelo o muñeca como Barbie, ¿consumismo? o ¿imposición de estereotipo de belleza?
Emili destaca la parte de la cinta donde Barbie en el mundo real, se presenta ante un grupo de adolescentes y una de ellas le aclara que tenerla como muñeca “siempre ha sido horrible”, porque “has acomplejado a las mujeres desde que te inventaron”, “representas todo lo que está mal en nuestra cultura, sexualización del capitalismo, ideales físicos inalcanzables … retrasaste el movimiento feminista más de 50 años … destrozaste la autoestima de las niñas y estás matando nuestro planeta con tu glorificación del consumismo.”
El rosa como color asignado al sexo femenino
Una de las particularidades que logra advertir Emili es que Barbie Land, ese mundo de muñecas adultas, todo es color rosa: la casa, el coche, el avión, los vestidos, las zapatillas, las sillas, las sombrillas, la ambulancia, la camilla, la bata para paciente, etc.
Incluso, la canción que suena mientras Barbie se arregla al comenzar el día dice “…en mi mundo rosa al despertar… es rosa y en todo está, hay otros colores, pero el rosa se nos ve muy bien…
Usualmente a los bebés, sin importar el sexo, se les vestía de blanco por ser más fácil su aseo, no fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando comenzó asignarse el color rosa para varón y el azul para niña, pues se creía que el rosa era un color brillante, decidido y fuerte; por tanto, adecuado para los niños; mientras que el azul, era delicado y refinado, por lo cual se determinó asignar a las niñas.
Sin embargo, con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial la asignación de los colores cambió, el rosa para niñas y el azul para varones, desde ahí la sociedad hizo suya esa asignación y decidió identificar a cada sexo con ese tipo de colores y asociar a cada uno de ellos los roles a desempeñar, a su vez, la mercadotecnia ha hecho uso de esos colores para identificar los artículos de mujeres y hombres.[7]
No es desconocida la asignación de ese color que identifica al sexo (en una concepción de binarismo), incluso en estos días en las reuniones para revelar el sexo de un bebé -gender revel-, se sigue utilizando el color rosa para identificar a una niña y azul para un niño; por lo que si en ese evento el color fuera distinto como blanco, verde, amarillo, no pudiéramos identificarlo en automático, como sucede con el azul y rosa.
Emili piensa que Barbie -la película-, debió romper su caja rosada y empoderarse de otros colores, fracturar la idea social de identificador rosa para la mujer; sin embargo, la asociación de la muñeca con el tono rosa se mantiene latente y no es extraño si recordamos que Matell cuenta con el registro del color rosa en más de 100 países[8].
La masculinidad frágil de Ken
Emili analiza la escena donde ambos Kens se disputan la atención de Barbie, basado en capacidades físicas y en la exhibición de un cuerpo definido y trabajado.
Por otro lado, destaca aquella donde después de un día de convivencia con Barbie, Ken la lleva hasta la puerta de su casa, decidido a pasar la noche con ella, a lo que ella se niega y Ken finge que la decisión la tomó él y no ella.
Emili también, nos comparte aquella escena donde Barbie se da cuenta que comienza a tener “fallas” en su cuerpo como el pie plano, celulitis en las piernas, rollitos en el abdomen y siente cansancio de amanecer “feliz” cada día, hace todo por volver a ser “normal”, deja su mundo plástico para viajar al mundo real y “arreglar lo sucedido”.
Cuando Ken se da cuenta de esto, decide ir con ella, pero Barbie está segura de lo que quiere hacer y desea hacerlo sola, sin embargo, Ken aparece dentro de su coche y la acompaña en este viaje.
Ken hace sentir a Barbie que lo necesita, Ken requiere tomar el poder y ser quien decide no sólo en su vida sino en la de Barbie, cambiar las reglas, invisibilizar a Barbie, apoderarse de su casa e invitarla a quedarse en ella, sólo si acepta una relación sin compromiso, quitarle voz y decisión para que ella genere dependencia.
Las referidas acciones por mostrar superioridad, revelan la lucha por no caer en una masculinidad frágil, al hablar de ella nos referimos a esas actitudes que se asignan a los constructos machistas y patriarcales que imponen como requisito que el hombre sea fuerte, libre de sentimentalismos, superior, inteligente, proveedor y protector.
La exigencia de este estereotipo genera que al sentir amenazada su masculinidad, el varón ataca, destruye, impone, somete, golpea, entre otros, para recuperar su “posición”.
El hombre explica a la Mujer cómo debe hacer las cosas que considera no sabe hacer -mansplaining-[9]; se apropia de las ideas de ella y las hace suyas -bropaiting-; la interrumpe cuando está exponiendo su punto de vista o alguna idea importante -manterrupting-[10], lo cual nos muestra que se siente vulnerado e intenta recuperar terreno y posicionarse como hombre fuerte e inquebrantable.
Semblanza de Emili
Emili concluye que la película de Barbie hace un gran esfuerzo por reivindicar ese juguete estereotipado de la mujer ideal y aunque la cinta se lleva como central y toral el monólogo donde se evidencia “lo imposible de ser mujer”, porque la sociedad exige parámetros sumamente complejos, por no decir imposibles de cumplir.
“Eres muy hermosa y muy inteligente y me parte el alma que creas no ser suficientemente buena, como si tuviéramos que ser siempre extraordinarias, pero de algún modo siempre lo estamos haciendo mal, debes ser delgada, pero no tanto, líderes, pero no tan duras, madres, profesionistas, cuidadoras y responsables de los hombres, bonitas, pero no tanto, todo a la vez:
No debes envejecer nunca; nunca ser grosera; nunca presumir; nunca ser egoísta; nunca tropezar; nunca fracasar o demostrar miedo; y, por supuesto, nunca debes ser impertinente. Es muy difícil, es demasiado contradictorio y nadie te da una medalla ni te dice gracias… y resulta, de hecho, que no sólo estás haciendo todo mal, sino que, además, todo lo que pasa es tu culpa
Ya me cansé de verme a mí misma y a cada una de las mujeres haciendo hasta lo imposible para que los demás nos quieran”
Lo cierto es que Barbie se queda dentro de ese mundo plástico e irreal, donde no se envejece, la piel no se deteriora, las mujeres no tienen cambios hormonales y todo sigue siendo color de rosa a pesar de que es independiente y “puede ser lo que quiere ser.”
Emili nos recuerda que no es hasta 2020[11], que Mattel apuesta por la diversidad y crea muñecas con estructuras distintas: curvy, pequeña y alta, diversos tipos de cabello y color de piel, con otras medidas de cintura y busto, con algunas discapacidades, siendo hasta abril de 2023, que crea una Barbie con síndrome de down[12].
Sin embargo, Emili reflexiona al respecto y se pregunta si Barbie clásica debería de romper por siempre esas medidas estereotipadas y no sólo sacar una línea que apuesta por la inclusión, sino que sea el referente de las niñas, donde su estructura sea más real a la humana, donde Mattel rompa el estereotipo de la caja rosa, la cocina rosa, el auto rosa, el avión rosa, la casa rosa y optara por una diversidad que identifique a su producto en los asignados a los accesorios y enseres que usa la muñeca.
Con independencia de lo que haga Mattel y el destino de Barbie en algunas décadas, Emili piensa que cada niña y cada mujer realmente puede romper esa vitrina de cristal y caja rosa para abrirse paso en un mundo de elecciones, donde tiene la posibilidad de ser vista y escuchada como persona, valorada por sus creencias y decisiones, más no por su físico, con capacidad de estudiar, de crecer, de decidir si quiere optar por algún tipo de maternidad o bien si desea no hacerlo, donde pueda elegir qué carrera profesional o técnica quiere desempeñar, donde su voz sea escuchada en la toma de decisiones y no por eso deje de sentir, deje de amar, deje de ilusionarse, deje de ser tierna o bondadosa, porque a la vez puede ser valiente, decidida y fuerte, la multiplicidad de capacidades no está peleada con el feminismo, es parte de su esencia.
@marthakmagana
[1] Bajo el slogan: “no puede faltar un pequeño vestido negro en tu armario”, Barbie lanzó una colección donde grandes diseñadores, crearon un vestido negro para dicha muñeca.
[2] https://www.unicef-irc.org/publications/pdf/EVOLVING-E.pdf
[3] Martínez Reina, M.C. y M. Vélez Cea, Actitud en Niños y Adultos sobre los estereotipos de género en juguetes infantiles.
[4]https://www.lanacion.com.ar/otros/como-seria-una-mujer-con-las-medidasdebarbie
https://www.cbsnews.com/news/life-size-barbies-shocking-dimensions-photo-would she-be-anorexic/
[5] https://theblankletter.com/career/profesiones-de-barbie
[6] Véase: No son micromachismos cotidianos. Claudia de la Garza y Eréndira Derbez, Penguin Random House Grupo Editorial, febrero 2020 pp 41 a 43, 45 y 46.
[7] Véase: www. Trendencias.com
[8] Nota Grupo Reforma. https://www.reforma.com/como-se-ha-transformado-barbie-a-traves-del-tiempo/ar2480350
[9] Rebecca Solnit. Los hombres me explican cosas, México, Antílope, 2017, pp. 24.
[10] Véase: No son micromachismos cotidianos. Claudia de la Garza y Eréndira Derbez, Penguin Random House Grupo Editorial, febrero 2020 pp 61 a 63..
[11] https://www.comunicarseweb.com/noticia/mattel-lanza-coleccion-de-barbie-que-apuesta-por-la-diversidad
[12] https://www.dw.com/es/mattel-presenta-la-primera-barbie-con-s%C3%ADndrome-de-down/a-65440466