No quiero morir sin litigar
Lic. Rosaly Muñoz Chirino
“No quiero morir sin litigar”, es una frase que internalicé desde hace muchos años, cuyo significado es relativo al anhelo como profesional del derecho a disputar en juicio sobre algo, altercar o contender, como define la Real Academia Española el verbo litigar. Y es que cuando era estudiante, y escuchaba las anécdotas de los catedráticos, esas tertulias amenas en las que se convertían las clases, me inspiraban a querer ser como ellos, escucharles, me llevaba a pensar cuanto tenía que aprender y prepararme para lograrlo.
Creo que la carrera de Derecho, aunque en Venezuela incluye clases prácticas y pasantías, debería ser, como ocurre por ejemplo con Medicina, la cual tiene como requisito indispensable para poder ejercer la profesión un internado rotatorio o rural de 1 ó 2 años según sea el caso, contemplado en el artículo 8 de la Ley de Ejercicio de la Medicina en Venezuela, luego de haber culminado el grado. En tal sentido, y en referencia al planteamiento, considero que el tiempo práctico, debería ser más extenso, y así, el profesional cuando comience a ejercer motu proprio, lo hará con experiencia, con nociones básicas de lo que conlleva ser abogado de libre ejercicio, en sus inicios.
Cuando estamos en las aulas de clases, nos nutrimos de conocimientos, es un aprendizaje necesario, donde cada vez aumenta esa sed por el saber, pero, donde a veces nos desesperamos por querer ser, por ir ante un Juzgado y representar los intereses de alguien. No, no es tan sencillo, como parece cuando somos estudiantes. Por ello, recomiendo que a la par con los estudios de pregrado, procuren apalancarse con abogados litigantes, con bufetes donde haya profesionales prestos a enseñar de lo que tanto han aprendido; por eso, este capítulo va dirigido no solo a los estudiantes, sino a aquellos ilustres jurisconsultos, que con tanta sapiencia y pericia, bien sería instruir a quien desee ser como ellos, a esa persona que ve en ellos un ejemplo a seguir, y quiere ser su pupilo. Tener un mentor, ese que ya vivió y experimentó lo que tú apenas comienzas a transitar, pero de su mano los tiempos serán acortados, y el aprendizaje será más nutrido. Por eso me gusta la mentoría, porque puedo ayudar a otros en función de mis éxitos, pero también de mis fracasos, para que a quien discípulo, no los cometa también. Creo que el transitar de un litigante en sus inicios, debería ser:
- Trabajar primero con quienes tengan ardua experiencia.
- Ser el mejor aprendiz, para luego poner en práctica lo asimilado.
- Escoger trabajar al lado de quienes tengan la misma visión de la carrera. Este punto es muy importante, porque no solo es tener conocimiento, sino valores y principios, en el ejercicio eso conllevará a sobresalir entre otros.
- Continuar por cuenta propia, no está mal, cuando así lo ha de considerar; aunque trabajar en equipo, con socios o aliados para lograr mejores resultas es muy sustancial, por aquella moraleja “la unión hace la fuerza” (concordia res parvae crescunt) de la fábula de Esopo.
Graduarse con honores en la universidad es bien, digno de admirar, pero si algo me preocupaba a mí, mientras cursaba la carrera, era tener el título en mano y no saber qué hacer, por eso decidí hacer las pasantías en el área que me gustara, todo fluyó de una forma impresionante, inicialmente creía que era un requisito que debía cumplir y ya, y es aquí donde quiero que te detengas unos minutos, una pasantía es la primera oportunidad que tienes para demostrar lo que sabes sobre una materia o profesión por la que optas, donde se pone a prueba lo aprendido y puedes demostrar las habilidades blandas, porque el conocimiento académico es esencial para obtener el título, pero el ejercicio es otra cosa, ahí necesitas tener actitud y valerte de herramientas que te faculten para actuar con fluidez en el entorno, que las relaciones interpersonales sean amenas y sobretodo que haya aporte de tu parte en las labores diarias asignadas para lograr un buen desempeño; y así deslumbrar con cualidades deseables, concatenadas con el conocimiento adquirido. Es la oportunidad en primera fila, que tienes de ponerle empeño y pasión, porque será el punto de partida de lo que te acompañará el resto de tu vida, sí, así pienso de las profesiones, una vez que obtienes el título, no hay vuelta atrás, puedes tener otras profesiones, dedicarte a otros asuntos, pero siempre irán contigo. Por lo que realicé mis pasantías en Tribunales Laborales, por ser la materia que más me gustaba, y desde entonces formé parte del Poder Judicial de la República Bolivariana de Venezuela durante 13 años, tiempo en el cual ocupé varios cargos tales como: Secretaria de Tribunal de Primera Instancia, Coordinadora Judicial, Juez de Primera Instancia en materia Laboral, entre otros; lo que me permite esgrimir un criterio sobre el abogado litigante, aún y cuando tenía dedicación exclusiva con el Estado y no podía litigar (siendo una de las razones que me llevaron a tomar la decisión de renunciar), en el entendido que mi paso por allí fue de gran baluarte, donde el enriquecimiento del conocimiento era una constante y cada día traía consigo una experiencia nueva como profesional del derecho.
Recientemente en redes sociales leí que alguien preguntó si se podía triunfar en la vida sin tener un título profesional, a lo que respondí que sí, el éxito en la vida, no es exclusivo a lo académico, sino a lograr tu propósito y metas, por lo que, a veces contribuyen más tu actitud, pasión, habilidades blandas, ganas y trabajo. A mí, me gusta estudiar, pero sé que el éxito es integral, se logra por muchos factores. Sin embargo, si te esforzaste, si te costó llegar a la meta, si lo celebraste, entonces ahora debes continuar. Te daré 12 consideraciones que a mi parecer te ayudarán si quieres ejercer y tener a un corto, mediano o largo plazo resultados satisfactorios, para el ejercicio de la Abogacía:
- Estudia, todo cuanto sea necesario, nunca dejes de hacerlo, cada caso es distinto, el próximo escrito y alegato puede ser mejor.
- Sé honesto, no le mientas a tu cliente, no crees falsas expectativas, él ha confiado en ti su defensa, genera seguridad dado tu profesionalismo y capacidad, no le digas que el caso está ganado, sin antes haberlo logrado.
- El prestigio entre tu cliente y gremio te lo ganas tú, a través de tu proceder, por eso debes ser cuidadoso con tus acciones. Por otro lado, valora tu trabajo que nadie más lo hará por ti, solo tú sabes el compromiso que tienes y lo que estás dispuesto a dar.
- Sé cordial con los abogados de la contraparte, son colegas, no son tus enemigos. No asumas ningún caso de forma personal, es solo tu trabajo, y ejércelo lo mejor que puedas.
- No busques impresionar con tus escritos extensos, que a veces se pueden hacer tediosos, y puede ocurrir, que pasan inadvertidas las líneas más importantes. Más bien, busca que sean lacónicos, breves y concisos.
- En una audiencia no intentes parecer un orador de ceremonia, aunque el acto sea solemne, la actitud, fluidez natural y seguridad al hablar, harán que el alegato sea escuchado tal cual, sin incomodar.
- Tu apariencia cuenta, para agradar a tu cliente, contraparte y Juez. Un aspecto aseado y buenos modales te deben acompañar en todo momento. Aunado a ello procura estar relajado, libre de estrés, olvida otra situación o trabajo pendiente, concéntrate en el caso concreto, eso también es importante, cuida lo que los demás perciban de ti.
- La puntualidad es fundamental, yo suelo tener siempre el reloj adelantado, para controlar llegar antes de la hora fijada. Para tu cliente denota seriedad, y en cuanto a los actos procesales, llegar con anterioridad y estar a la hora pautada, te hará incluso ganar el caso sin haberlo defendido, como por ejemplo en materia laboral la Admisión de los Hechos es declarada, si el demandado no comparece a la hora fijada para la celebración de la primera oportunidad de la Audiencia Preliminar, será con lugar en derecho la demanda presentada por el demandante, de conformidad con los artículos 128 y 131 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo venezolana.
- Sé humilde, eso te dará confianza en ti, no trates de opacar a nadie, sé auténtico, defiende tus argumentos, pero no creas siempre tener la razón, limita tu intervención a lo que dominas con precisión.
- Ten en cuenta, que perder un caso no es el fin del mundo, de los fracasos en el ejercicio se aprende y mucho, eso sí, cuando eso sucede que no te quede la menor duda que intentaste hacer todo lo posible por ganarlo, tu conciencia le dará valor agregado a tu trabajo.
- Entender que el abogado litigante, no es exclusivo de lo contencioso, también debe conocer los medios alternativos de resolución de conflicto, porque con la mediación también gana, y genera precedentes en la defensa de los derechos e interés de sus representados.
- Ten como norte lo escrito en el libro de Proverbios capítulo 2 versículo 9 sobre la sabiduría: “Entonces entenderás justicia, juicio y equidad Y todo buen camino”; para lograr ser un litigante al que todos quieran contratar.
Ya para concluir, te expreso que para mí, litigar es algo placentero por lo que me desvivo y sueño; siempre con la premisa de la célebre frase del insigne jurista italiano Piero Calamandrei (1889-1956) “Solo se puede aprender derecho, con un libro de teoría en la mano y un expediente en la otra.”, pensamiento que he acogido en su totalidad, por eso la razón de este artículo, para animarte a ejercer la profesión, para que no solo seas un abogado que se queda detrás del escritorio, sino que además es capaz de enfrentar miedos y/o limites imaginarios y va por más, con estudio y práctica a la par. No visualicé que el mundo se sumergiría en una pandemia que cambió todo pronóstico y plan de vida, por eso, aún sigo diciendo: “No quiero morir, sin litigar” esa pasión la quiero experimentar de continuo, con mayor ahínco, en los pasillos de una sede judicial, frente a un estrado o mesa de negociación, dentro de una normalidad que espero, y quizás nos encontremos ahí.