Lic. Rocío Rosiles Mejía
Nosotras movemos el mundo, ahora lo paramos. Una consigna que está sonando en todas las luchas internacionalistas y que, ante las desigualdades, la discriminación y la violencia contra las mujeres, no cabe ser neutrales.
La conmemoración del 8 de marzo (8M), Día internacional de las Mujeres, congrega a mujeres de diferentes países del mundo, con culturas, etnias, lenguas, religiones, ámbitos políticos, económicos y culturales muy diferentes entre ellas.
Esa diversidad es uno de los valores de la marcha en donde mujeres de muy distintas procedencias y muy diferentes entre ellas, se unen para reivindicar mejoras en su situación jurídica, laboral, social, familiar o sexual, entre otras.
Las desigualdades que sufren en sus respectivas sociedades patriarcales las unen y, de una forma simbólica, quieren hacerlas presentes ante la opinión pública, pues son conscientes de que en el largo caminar de su lucha y de sus conquistas todavía quedan asuntos por mejorar.
Los paros de mujeres son convocados el 8 de marzo desde 1911, año en que Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza conmemoraron por primera vez el Día de la Mujer Trabajadora.
La conmemoración se extendió por el mundo, hasta 1975, año en que el 8 de marzo fue institucionalizado por la ONU como el Día de la Mujer, para reflexionar sobre el acceso de las mujeres al desarrollo pleno como personas.[1]
Ese mismo año, se registró una huelga de mujeres en Islandia, el 90 por ciento de las mujeres del país abandonaron sus trabajos 24 horas en protesta por la desigualdad salarial.
Esta marcha representa una apuesta colectiva por la reflexión, mientras nos convertimos en protagonistas dentro del movimiento feminista en una lucha feroz y masiva que está impactando en todos los ámbitos. Es una lucha que, al mismo tiempo que demanda el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos, desafía los modos opresivos y jerárquicos de la política.
Desde 1975, cada 8 de marzo se han convocado paros en distintas latitudes del mundo, hasta que en el año 2017 se logró el Primer Paro Internacional de Mujeres, en el que participaron 50 países.
Para el año 2019, la violencia en contra de las mujeres había adquirido magnitudes alarmantes en México. Casos como el de Abril, una joven mujer, cuyo esposo golpeó con un bate y posteriormente fue asesinada, y el de la niña Fátima, violada y asesinada, cimbraron a la sociedad entera. Lamentablemente esto no se ha detenido, desde inicios de año los medios de comunicación han documentado en sus primeras planas, cada vez con mayor insistencia, la gravedad de los feminicidios en nuestro país.[2]
En el 2020, un año tan paradigmático, se registró una de las manifestaciones más tumultuosas de décadas recientes en la Ciudad de México, el 8 de marzo conocido como Día Internacional de las Mujeres, simultáneamente se hizo en varios estados del territorio nacional, y el 9 de marzo se llamó a las mujeres a un paro nacional de labores.
El asesinato de mujeres por razones de género es la violencia más grave y extrema en contra de las mujeres, este tipo de violencia afecta a niñas y mujeres de todas las edades, sin distinción de ubicación geográfica, situación económica o contexto sociocultural.[3]
En este estallido de lucha y en medio de un álgido debate público alimentado por el contexto de violencia feminicida que padece México, las organizaciones de la sociedad civil lanzaron una alerta contundente: exigir políticas públicas que garantizaran el respeto a los derechos humanos de las mujeres; así como organismos de diversas ideologías y las mujeres de todo el país se unieron para reclamar un alto a los feminicidios.
Entre enero y noviembre del 2023, se denunciaron 3,450 asesinatos de mujeres. De ellos se investigaron como feminicidios 858, cifra que equivalía a 2.5 diarios. La violencia estructural en contra de las mujeres siguió menoscabando su derecho a una vida libre de violencia y a disfrutar de un entorno seguro sin temor. [4]
Esta violencia explica la masividad y potencialidad actual de la marcha de las mujeres, que revolucionan todo, cuestionan y transforman, enfrentando planteos que atrasan.
Este movimiento atraviesa coyunturas, organizaciones, sindicatos, instituciones, medios de comunicación, iglesias, escuelas, academias y justicias patriarcales.
Todos estos movimientos sociales han traído como consecuencia diversos logros en favor de las mujeres en nuestro país; se pueden mencionar, por ejemplo, el acceso a la educación, al derecho al voto, al acceso al deporte, y la Ley Olimpia, que es el conjunto de reformas legislativas encaminadas a reconocer la violencia digital y sancionar los delitos que violen la intimidad sexual.
En el ámbito legislativo también vale la pena reconocer a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la cual tiene el objetivo de prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.[5]
Existen avances en materia legislativa para la participación política femenina en diversos ámbitos y órganos del Estado; la Ley de Paridad de Género en el Senado, Ley General para la Igualdad entre hombres y mujeres, en las cuales se hicieron modificaciones importantes respecto a las cuotas de género y acciones afirmativas en la búsqueda de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.[6]
En 2014 se establece la paridad de género en las candidaturas, lo que garantizó el aumento de presencia de mujeres en puestos de elección popular; y posteriormente, la reforma conocida como “paridad en todo” de 2019, así como las adecuaciones de distintos ordenamientos jurídicos; consolidándose así uno de los hechos históricos de mayor envergadura en beneficio de las mujeres en México, hasta llegar a la paridad total.
En el ámbito internacional, vale la pena resaltar las Observaciones finales al Noveno informe de México, respecto al cumplimiento de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), en donde se pone sobre la mesa el contexto de desigualdad y violencia de género que aún se vive en nuestro país, y constituyen una hoja de ruta para avanzar hacia la igualdad sustantiva y la no discriminación hacia las mujeres y las niñas en México.[7]
Reconocemos los importantes avances que hemos conquistado en materia de igualdad de género en nuestro país. Hoy contamos con una legislación robusta y se consolida una nueva institucionalidad. Sin embargo, falta mucho por hacer, tenemos que poner un alto e impedir que se siga ejerciendo cualquier tipo de violencia.
En la búsqueda de la igualdad sustantiva, el trabajo conjunto es clave. Cero tolerancias y neutralidad contra la violencia; firmeza y severidad a quien la ejerce.
Por ello, se tiene que seguir intercambiando sobre los debates que nos atraviesan: lo plurinacional, los sujetos de los feminismos, lo binario, lo colonial, las posiciones conservadoras. No es moda. No solamente son las mareas verdes y violeta, multicolores callejeras, que tanto impresionaron a los activismos en este último tiempo.
Las redes sociales han cobrado relevancia en las posibilidades de que estas luchas históricas se hayan amplificado, uniendo lo nuevo con las históricas construcciones feministas, permitiendo también la difusión de las luchas y el bagaje teórico-académico que construimos. Todas son herramientas para fortalecernos. Sumas explosivas, combativas, que no han llegado a su techo porque hay mucho camino por recorrer.
Esa historia se teje entre los miles de luchas que protagonizamos y en las que permanecimos invisibles. Estas respuestas se construyeron desde abajo por mujeres, lesbianas, bisexuales, trans, indígenas, con discapacidad, que viven diferentes escenarios.
En este proceso no se deja ningún territorio sin cuestionar, pero, además, la lucha propone, se moviliza, organiza, debate y crea nuevas formas de encuentro.
La revolución será feminista, irreverente y movida por el deseo.
[1] United Nations. Antecedentes- Día Internacional de las Mujeres | Naciones Unidas. Recuperado el 1 de marzo de 2024, de https://www.un.org/es/observances/womens-day/background
[2] Violencia de género e información periodística. La perspectiva de la prensa escrita ante la marcha del 8 de marzo de 2020 en la Ciudad de México: una aproximación Biblioteca Universitaria, vol. 23, núm 2 (2020), pp. 288 298 Recuperado el 27 de febrero de 2024 de: https://biblat.unam.mx/hevila/Bibliotecauniversitaria/2020/vol23/no2/7.pdf
[3] Desigualdad en Cifras (2019) Boletín del Instituto Nacional de las Mujeres. Recuperado el 28 de febrero de 2024, de http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/BA5N10.pdf
[4] Informe de Amnistía Internacional. (2022,2023) La situación de los derechos humanos en el mundo. Recuperado el 1 de marzo de 2024, de http://www.comisioncontralatrata.segob.gob.mx/work/models/Comision_Intersecretarial/Documentos/pdf/Informe_2223_AI.pdf
[5] Ley General De Acceso De Las Mujeres A Una Vida Libre De Violencia. Diario Oficial de la Federación. Recuperado el 28 de febrero de 2024, de https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGAMVLV.pdf
[6] Pitarque, A. C. (2015). Benavente R., María Cristina Y Valdés B.,Alejandra Políticas Públicas Para La Igualdad De Género: Un Aporte A La Autonomía De Las Mujeres. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) Santiago de Chile, 2014 136 pp. ISBN 978-92-1-121865-7. Revista Enfoques: Ciencia Política y Administración Pública, XIII(23), 121–122. Recuperado el 28 de febrero de 2024 de :https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=96043202008
[7] Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (2018) Recuperado el 28 de febrero de 2024 de: https://tbinternet.ohchr.org/_layouts/15/TreatyBodyExternal/Download.aspx?symbolno=CEDAW%2fC%2fMEX%2fCO%2f9&Lang=en