Alix Trimmer
Enero nos ha sorprendido y no de la forma que esperábamos al comer las uvas de año nuevo.
Los cambios gubernamentales del país del norte han generado consecuencias notables en nuestro país, cancelación de proyectos, cese de financiamientos, y una profunda sensación de inestabilidad.
Recién recibimos la noticia de que, en un intento de reseteo de personal, Trump ha “invitado” a trabajadores gubernamentales a renunciar, a cambio de recibir el equivalente a 8 meses de sueldo. Y lo sorprendente de esa invitación, no es solamente el costo indemnizatorio, el trasfondo fascista y autoritario, sino que en México estamos igual, pero peor…
Hace algunos meses, nos golpeó la reforma judicial, cimbrando la ya endeble estabilidad de nuestro país; y como consecuencia de esto, se hizo también, aunque menos atractiva, una invitación de terminación voluntaria a personas que se encuentran en posiciones juzgadoras cuyas plazas estarán disponibles para elección popular.
La comparación es hilarante y, al mismo tiempo, preocupante. Hemos llegado, globalmente, a un punto de retorno de ideales y afectación humana. La táctica de barrer para empezar de cero sonaba bien como respuesta a una conquista (invasión, cof-cof) bélica, pero no para los estados modernos… o si?
Resulta brutal que, velado por un supuesto pago compensatorio, se atente de manera frontal a los derechos humanos laborales, a la estabilidad en el empleo que debería regir de forma generalizada. Y es claro que Estados Unidos de América tiene un régimen laboral que se fundamenta en el empleo a voluntad (employment at will), sin embargo, las nociones de protección laboral van más allá de las fronteras y atienden a la condición humana de las personas trabajadoras, o al menos así debería ser.
¿Qué tan voluntaria es una terminación, empujada por la compensación económica, pero coaccionada con la amenaza latente de afectación en caso de no aceptarla?
Tenemos que replantearnos la forma de analizar estas propuestas indemnizatorias, ir a profundidad en el análisis de las causas y, aunque sea paralizante y escalofriante, pensar en las consecuencias a futuro, ese largo plazo y validación de sistemas autoritarios de control.
Qué paradójico es que México siga estando tan cerca de EUA y tan lejos de la dignidad laboral.