Por razones históricas el trato a migrantes mexicanos en Estados Unidos, debe cambiar | Paréntesis Legal

Dr. Ángel Durán Pérez

En los últimos años, los migrantes mexicanos en Estados Unidos de Norte América E.E.U.U. han sufrido maltrato y abuso, lo que obliga al gobierno mexicano a crear una comisión de alto mando para defenderlos, incluso ante tribunales internacionales.

Este reclamo es justo que lo hagamos por cuestiones históricas, ya que nuestros connacionales son extranjeros en un territorio que nos pertenecía y que fue arrancado a través de la coacción y amenaza por parte de los Estados Unidos de Norte América, producto de la guerra entre ambos países de 1846 a 1848.

Es cierto que México al firmar el Tratado de Guadalupe Hidalgo, lo hizo bajo la fuerza y la amenaza, habiendo perdido la guerra con el país del norte.

Si no se hacía, según las autoridades mexicanas de aquel entonces, las condiciones políticas y sociales empeorarían y los habitantes de nuestro país sufrirían aún más.

Sin embargo, está bien identificado que los E.E.U.U. forzaron a México a ceder más de la mitad del territorio mexicano que teníamos, aproximadamente 2.2 millones de km² según ellos solo así terminaría la guerra y tendríamos paz, y a cambio México recibiría 15 millones de dólares (art. XXII del TRATADO DE PAZ, AMISTAD, LÍMITES Y ARREGLO DEFINITIVO ENTRE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS Y LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA, conocido por Tratado Guadalupe Hidalgo, firmado por Manuel de la Peña y Peña, Presidente interino de los Estados Unidos Mexicanos).

En el tratado Guadalupe Hidalgo, se establece una serie de obligaciones que forjarían las relaciones entre ambos países en el futuro, pero sobre todo, en el artículo XXI de dicho tratado, se estableció que en caso de una disputa futura, se resolvería de la siguiente forma:

 “Artículo XXI Si desgraciadamente en el tiempo futuro se suscitare algún punto de desacuerdo entre los Gobiernos de las dos Repúblicas, bien sea sobre la inteligencia de alguna estipulación de este Tratado, bien sobre cualquiera otra materia de las relaciones políticas o comerciales de las dos naciones, los mismos Gobiernos, a nombre de ellas, se comprometen a procurar de la manera más sincera y empeñosa allanar las diferencias que se presenten y conservar el estado de paz y amistad en que ahora se ponen los dos países, usando al efecto de representaciones mutuas y de negociaciones pacíficas. Y si por estos medios no se lograre todavía ponerse de acuerdo, no por eso se apelará a represalia, agresión ni hostilidad de ningún género de una República contra otra, hasta que el Gobierno de la que se crea agraviada haya considerado maduramente y en espíritu de paz y buena vecindad, si no sería mejor que la diferencia se terminará por un arbitramento de comisarios nombrados por ambas partes, o de una nación amiga. Y si tal medio fuere propuesto por cualquiera de las dos partes, la otra accederá a él, a no ser que lo juzgue absolutamente incompatible con la naturaleza y circunstancias del caso.”

Ante el maltrato a migrantes mexicanos en este país, valdría la pena hacer valer lo que el tratado señala: manifestar el desacuerdo en cómo los tratan, proponer una solución creando comisiones y, en su caso ir a instancias legales.

Según el Derecho Internacional de aquella época y la actual, la forma en cómo se nos quitó el territorio, es ilegal y más porque el tratado pone un procedimiento en caso de desacuerdo.

Si bien sería muy difícil por las condiciones políticas y geográficas actuales, que los Estados Unidos nos regresara ese territorio, dadas las condiciones ilegales en las que se nos quitó, lo menos que esperaríamos de ambos países es empezar un diálogo binacional para establecer una nueva forma de cómo los mexicanos radicados en aquel país, sobre todo en el territorio que era nuestro, fueran tratados de mejor manera y que no abusaran de su condición de extranjeros.

La justicia y la verdad, aún ante la doctrina internacional debe imperar, no importa cuántos años o cientos de años pasen, pero una injusticia no debe prosperar, es un principio de dignidad humana.

El derecho internacional debe hacer gala de esta doctrina para evitar que en el futuro nuevos precedentes cambien las condiciones geográficas del mundo, sobre todo, cuando por sus condiciones políticas, sociales y regionales, un país poderoso puede afectar a otro más débil, como nos ocurrió.

El Estado mexicano debe buscar una estrategia diplomática y crear una comisión al alcance de estas necesidades, y poco a poco, con miras a generar mejores condiciones para los migrantes en aquel país, debe velar por conseguir que sean tratados dignamente.

Ya viene nuevamente un año más en el que se cumple aquel lamentable hecho histórico: El 2 de febrero de 1848, donde nuestro país fue mutilado, producto de un acto injusto por E.E.U.U. a la luz del derecho internacional y se debe seguir trabajando para que en la historia nunca nos vuelva a suceder.

La desunión, la división política y social de aquella época, generaron las condiciones más óptimas para que los Estados Unidos de Norteamérica nos invadieran y nos forzaran a entregarles más del 50% de nuestro territorio.

 Ante esos antecedentes, debemos aprender de la historia, unirnos para resolver cualquier problema que nos amenace como mexicanos y reforzar nuestros sentimientos patrióticos.

Es un derecho humano de los habitantes de este país: conocer nuestra historia, atesorarla, enriquecerla y defender a nuestra patria y a su gente en cualquier lugar del mundo en el que se encuentren.

Entre la sociedad norteamericana y la mexicana, hay una herida viva por este acontecimiento histórico, que nos ha separado durante muchos años.

Es fundamental y se requiere que ambos gobiernos, traten de borrarla poco a poco, a través de acuerdos y convenios internacionales, en los que forjemos lazos de amistad, cuidando y respetando a nuestra cultura, a nuestro patrimonio y buscando fraternidad duradera entre sus habitantes.

Uno de los efectos importantes que ha afectado a los mexicanos es, que nos han privado de aprovechar los recursos naturales del territorio que se nos quitó, y esto por supuesto, que ha frenado el desarrollo de nuestro país, principalmente en su patrimonio histórico y cultural.

Por el bien y respeto entre las naciones, debemos iniciar un diálogo estratégico binacional, a través de esfuerzos donde se involucre la ONU a fin de conseguir que a los migrantes mexicanos radicados en EEUU sean tratados con dignidad y respeto dadas los acontecimientos históricos.

 

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