Silvino Vergara Nava
“La tecnocracia, tan ocupada con lo inmediatamente
calculable y lo estrictamente racional,
en el fondo ignora a dónde va, y así
acaba llevando al mundo hacia la irracionalidad:
el colapso ecológico, la des-estructuración social,
la falta de sentido de la vida humana.”
Jordi Pigem
Pareciera que el contribuyente ha visto todo lo que se refiere a arbitrariedades de las autoridades fiscales, pero no es así, si bien se han vivido tiempos en donde existían visitas domiciliarias genéricas, para que los 10 o 15 visitadores, introduciéndose en el domicilio fiscal del contribuyente verificaran desde los libros contables, archiveros, pasando por la correspondencia y hasta el interior de los bolsos de las mujeres, indagando con chequeras, estados de cuenta, cajas de seguridad, etc., o bien, las amenazas de que ante la ausencia de un buen bono a un “asesor fiscal” y este a un servidor público, no caerá una auditoria. Esto, sin olvidar las aduanas que en mucho tiempo se ha permitido que pase hasta un elefante sin documentación y pedimento alguno y lo peor, sin que nadie lo detecte.
Esto pareciera que es poco a lo que sucede actualmente con las políticas de fiscalización en esta administración pública federal que se está agotando su tiempo, así como se está agotando la paciencia de los contribuyentes, ya que resulta que la autoridad fiscal, con el afán de recaudar, sin que deba de respetar formalidades que entorpecen la labor de las oficinas hacendarias, se llevan a cabo invitaciones a los contribuyentes para que acudan de manera presencial a las oficinas de la autoridad, en otras ocasiones, de forma virtual, en donde se les exponen las inconsistencias que observó la autoridad fiscal con la “inteligencia artificial”, a lo que se le denomina como “revisiones profundas”, que de profundas no tienen nada, más que la denominación amenazadora para cualquier contribuyente, no necesariamente de a pie.
Pero, el éxito de esta fiscalización es que las invitaciones, si bien cuentan con un fundamento legal, este no prevé expresamente un plazo para solventar esas invitaciones, por lo cual aplica el dicho de: “como te ven te tratan” por ende, el plazo que se impone es variable, a veces diez días, o bien, en otras ocasiones 15 días. De la misma forma, lo que sucede con esas invitaciones es que, la autoridad fiscal señala la forma en que se debe de solventar ese requerimiento, ya sea por medio del buzón tributario, por el correo electrónico, de manera presencial en las oficinas de la autoridad fiscal, por ello es que, el éxito de las invitaciones es que no hay regulación alguna, por lo cual cada autoridad hace lo que quiere y por ello el contribuyente se ve atemorizado, ya después que se pregunte: ¿dónde esta el Estado de derecho?
Y esto no es todo, también se cuenta con que, la autoridad para amenazar, más que coaccionar, porque en sentido estricto son dos cosas diversas, es que, cuenta con la facultad de restringir el certificado del sello digital, que es una clave electrónica que permite a los contribuyentes poder expedir sus facturas, llamadas legalmente como comprobante fiscal digital por Internet, que le son indispensables para poder obtener sus ingresos, cobrar a sus clientes, realizar operaciones comerciales, por ello es que, cuando no se puede llegar a expedir esos documentos digitales, prácticamente deja de funcionar la sociedad, por ello es que, si la amenaza es la restricción de ese certificado, no deja otra alternativa que, prácticamente vivir de la economía informal, pues la autoridad con la mano dura que ha impuesto con estas medidas, es que está fomentando la economía informal en ciertos casos, en otros lo que provoca es que cierren las empresas, despidan a los empleados, desde luego que, eso no interesa a las autoridades fiscales, pues desde que iniciaron las represiones fiscales a las empresas en México, aproximadamente desde los tiempos del presidente Salinas de Gortari, el argumento que se formula por los contribuyentes es que, de aplicar la ley a “raja tabla”, se pueden cerrar la fuentes de empleo, se deja a los trabajadores sin sus salarios, lo cual es tan intrascendente para estos servidores públicos, que solamente lo escuchan y aplican el totalitarismo de “la ley es la ley”.
Así, contamos con una serie de regulaciones que se han implementado desafortunadamente sin vísperas de que esto se modifique, pues tener a los contribuyentes atemorizados es una forma eficaz de recaudar, no de gobernar, pero eso, es lo de menos. (Web: parmenasradio.org)